Con toda probabilidad, en algún momento de tu vida, has pertenecido a un sistema organizativo donde se ha dado alguno de estos síntomas:
Los grupos humanos y los sistemas organizativos crean sus propias rutinas, hábitos. Estos, a menudo, hunden sus raíces en patrones y creencias adquiridas en el pasado, que han pasado a formar parte de la cultura del sistema. Pertenecen a “la manera de ser” del sistema y les confieren identidad.
Cuando llega alguien nuevo, debe “adaptarse” a esta manera de funcionar para poder pertenecer. Y así, las normas, los patrones útiles y también los tóxicos, van consolidándose.
Incluso, hay formas útiles de funcionar que se convierten en tóxicas cuando la razón por las que se instauraron en su momento, ya no es necesaria a día de hoy.
Después de años abordando conflictos y gestionando el clima laboral en organizaciones, desde WeMind podemos afirmar que no existen personas tóxicas, sino que hay personas o equipos que manifiestan dinámicas tóxicas en determinadas situaciones con diversos objetivos, y siempre con una buena intención oculta, como:
¿Y por qué actuamos, a veces, de esta manera? Porque no sabemos hacerlo mejor. Quizá, porque en algún momento de nuestra biografía personal o profesional, nos fue útil para defendernos de alguna amenaza, de alguna hostilidad.
Una dinámica tóxica es un mecanismo de defensa ante una amenaza (real o imaginaria).
Centrarnos en convertir las relaciones dentro del equipo en una ventaja estratégica y no mantenerlas como un elemento limitador.
Proponemos un trabajo de toma de consciencia enfocado en:
Este proceso ejerce, simultáneamente, un efecto cohesionador y empoderador, que se sustenta en la autenticidad y la consciencia de la propia vulnerabilidad.
Acompañamos a organizaciones a conseguir equipos de trabajo más conscientes, responsables y eficientes.
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